13 de noviembre — Agradecer por la gracia 🙌
Le pido a Dios que hoy tu corazón se llene de gratitud al recordar que su gracia te ha sostenido hasta aquí.
Hay días en que simplemente detenernos a mirar atrás nos revela cuán lejos hemos llegado, no por nuestra fuerza, sino por la gracia de Dios. Esa gracia silenciosa que ha estado presente en cada caída, en cada puerta cerrada, en cada momento en que no sabíamos cómo seguir. Hoy es un buen día para agradecer, no solo por lo que tenemos, sino por todo lo que hemos recibido sin merecerlo.
La gratitud no nace cuando todo va bien, sino cuando reconocemos que, incluso en lo difícil, Dios ha estado obrando. Agradecer por la gracia es reconocer que Él ha hecho más de lo que podemos ver, y que su favor no depende de nuestra perfección, sino de su amor inmutable. Cuando aprendemos a agradecer, la queja se apaga y el alma encuentra descanso.
El corazón agradecido transforma la manera en que vemos la vida. Nos libera del peso del “por qué a mí” y nos lleva al “gracias, Señor, porque aún aquí estás conmigo”. Es una forma de adorar. Una forma de decirle: “No entiendo todo, pero confío en ti”.
Historia
Conocí a una mujer que, después de perder su empleo y enfrentar una enfermedad, decidió comenzar un cuaderno que llamó “Mi diario de gracia”. Cada noche escribía tres cosas por las que podía agradecer, aun cuando el día hubiera sido difícil. Al principio le costaba, pero poco a poco su mirada cambió. Ya no veía su vida como una cadena de pérdidas, sino como un testimonio de la fidelidad de Dios. Cuando le pregunté qué había aprendido de esa práctica, me dijo con una sonrisa: “Aprendí que la gracia de Dios no siempre quita el dolor, pero siempre sostiene el alma”.
Versículos a meditar
“Den gracias a Dios en toda situación, porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.” — 1 Tesalonicenses 5:18 (NVI)
“Mi gracia es suficiente para ti, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.” — 2 Corintios 12:9 (NVI)
REFLEXIÓN
Agradecer por la gracia no es un acto superficial, es una decisión espiritual. Es abrir los ojos del alma para reconocer que nada de lo que somos o tenemos proviene solo de nuestro esfuerzo. La gratitud nace cuando entendemos que hemos sido perdonados, restaurados y llamados por amor, no por mérito. En ese momento, el corazón se inclina en humildad y adoración.
La gracia nos recuerda que no tenemos que ganar el favor de Dios, porque ya lo hemos recibido en Cristo. Por eso, el verdadero agradecimiento no depende de las circunstancias externas, sino de la conciencia interna de haber sido amados incondicionalmente. Cada vez que damos gracias, reafirmamos nuestra fe en un Dios que transforma las pruebas en propósitos.
La gratitud nos libera de la comparación y nos enseña a vivir con gozo. Cuando miramos a los demás desde la gracia, dejamos de medir quién merece qué y comenzamos a bendecir sin límites. Vivir agradecidos es vivir ligeros, con el alma en paz y el corazón dispuesto a amar más.
Hoy, deja que la gratitud te lleve a la adoración. No importa si estás en la cima o en el valle, si todo brilla o si apenas puedes sostenerte. La gracia que te trajo hasta aquí no se ha ido; sigue contigo, esperando que la reconozcas y la agradezcas. Dios no ha terminado contigo, y cada nuevo amanecer es una evidencia de su favor renovado.
Aplicación diaria
- Haz una pausa hoy y escribe tres cosas específicas por las que estás agradecido.
- Ora y menciona en voz alta las formas en que la gracia de Dios te ha sostenido.
- Comparte con alguien una experiencia donde hayas visto la mano de Dios.
- En vez de quejarte por lo que falta, agradece por lo que ya tienes.
- Termina el día diciendo: “Tu gracia me basta, Señor”.
Ps. Eudomar Rivera