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4 de noviembre 2025 — Él sostiene tu presente

4 de noviembre — Él sostiene tu presente 🕊️

Le pido a Dios que hoy sostenga tus manos y tu ánimo, y llene tu presente de su paz y fortaleza.

El presente puede sentirse pesado cuando todo sucede a la vez: responsabilidades, decisiones, tareas urgentes, conversaciones pendientes. A veces no es el pasado ni el futuro lo que más duele, sino el “hoy” que se vuelve una cuesta arriba. En medio de esa carga, es fácil olvidar que Dios no solo conoce nuestros días: Él se ofrece a caminar con nosotros en este mismo instante.

La fe cristiana no es una teoría para tiempos tranquilos. Es una mano firme en medio del temblor. Dios no promete eliminar todo problema, pero sí promete su presencia y su sustento. Cuando la vida se acelera, su voz nos recuerda: “No estás solo. Yo te sostengo ahora”. No mañana, no después: ahora.

Si hoy sientes que te faltan fuerzas, respira y recuerda que no vives por tu propio impulso, sino por la gracia del Señor que te sostiene. Él está en tu rutina, en tus silencios y en tus luchas. Y en el exacto punto donde crees que no puedes más, su fidelidad vuelve a levantarte.

Historia

Conocí a un enfermero que trabajaba turnos largos en emergencias. Entre alarmas, diagnósticos y decisiones rápidas, había días en que el presente parecía una ola que no lo dejaba respirar. Una noche, en su descanso, abrió su Biblia de bolsillo y leyó una promesa sobre poner las cargas en manos de Dios. Hizo una oración corta: “Señor, sostén mis manos mientras sostengo a otros”.

Al volver a la sala, notó que nada “mágico” había sucedido: las emergencias seguían, los pacientes necesitaban cuidados, las decisiones apremiaban. Pero algo sí cambió dentro de él: la certeza de no estar solo. Esa noche entendió que el sustento de Dios no siempre quita la carga, pero sí fortalece el corazón para llevarla con esperanza.

Versículos a meditar

“Encomienda al Señor tus afanes, y él te sostendrá; no permitirá que el justo caiga y quede abatido para siempre.” (Salmo 55:22, NVI)

“El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!” (Lamentaciones 3:22–23, NVI)

REFLEXIÓN

El llamado del Salmo 55:22 es práctico: entregar los afanes. No es un consejo motivacional, es una invitación a un acto concreto de fe. “Encomienda” implica transferir el peso de tu alma a las manos del Señor. Cuando lo hacemos, ocurre un intercambio: dejamos de cargar solos lo que no podemos controlar, y recibimos el sostén de Aquel que no se cansa ni desfallece.

Lamentaciones 3 nos recuerda que el amor de Dios no se agota y que su fidelidad se renueva cada mañana. Eso significa que el hoy que vives llega provisto con misericordias nuevas. Si ayer te sentiste al límite, hoy hay gracia fresca. Si anoche te dormiste con un suspiro, hoy despiertas con una promesa: su bondad no terminó contigo; apenas comienza de nuevo.

Cristo es la evidencia suprema de ese sostén. Él cargó con nuestro mayor peso —el pecado— y venció lo que más temíamos —la muerte—. Si ya nos dio lo más grande, ¿cómo no nos dará también lo necesario para atravesar este día? Su cruz no solo asegura tu eternidad; también sostiene tu presente con consuelo, dirección y fuerza.

Tal vez las circunstancias no cambien de inmediato, pero tu corazón sí puede cambiar de postura. En lugar de tensar los puños, abre las manos. En vez de correr sin rumbo, detente y ora. Dios no falla en sus tiempos ni en su cuidado. Hoy puedes caminar más ligero, porque el que te sostiene no se cansa, y su fidelidad es grande sobre ti.

Aplicación diaria

  1. Haz una oración de entrega: menciona en voz alta tres afanes de hoy y colócalos en las manos de Dios.
  2. Escribe Lamentaciones 3:22–23 en una nota y léela al iniciar y al cerrar tu jornada.
  3. Practica una pausa consciente de 3 minutos en medio del día: respira, repite “Señor, tú me sostienes” y continúa.
  4. Busca a una persona que necesite ánimo y ora con ella; comparte este mensaje como acto de servicio.
  5. Al finalizar el día, registra dos formas específicas en que viste el cuidado de Dios en tu rutina.

Ps. Eudomar Rivera

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