19 de octubre – Dios te da una nueva oportunidad 🌅
Le pido a Dios que hoy te fortalezca con fe y te dirija con propósito.
Hay momentos en los que el corazón entiende que cerrar un ciclo no es rendirse, sino obedecer. Tal vez llevas tiempo sintiendo ese impulso de volver a empezar, de ajustar el rumbo, de alinear tu vida con lo que Dios puso en tu interior. No es fácil: aparecen dudas, aparecen recuerdos, aparecen temores. Pero también aparece la voz del Señor que susurra: “Confía, Yo voy contigo”.
Nuevos comienzos no son borrón y cuenta nueva sin historia; son la gracia de Dios redirigiendo lo aprendido hacia un futuro con sentido. La fe nos mueve, el propósito nos enfoca y la esperanza nos sostiene en el camino. Cuando pones tu vida en las manos del Señor, incluso tus caídas se convierten en escalones, y tus silencios, en espacios donde Él planta nuevas semillas.
Hoy quiero invitarte a creer que Dios no solo puede, sino que quiere abrir una puerta delante de ti. No para que repitas lo de antes, sino para que vivas lo que sigue. Él no desperdicia nada: ni lágrimas, ni alegrías, ni procesos. Todo eso, filtrado por su amor, se transforma en un llamado: levántate, da el paso y camina con Él.
Historia
Conocí a Lucía en una cafetería de barrio. Había dejado un trabajo estable después de una década, no por falta de capacidad, sino porque sentía que su corazón ya no ardía ahí. Alguien podría decir que fue imprudente; ella lo describía como obediencia: “Llevo meses orando y siento que Dios me llama a acompañar a mujeres que rearman su vida”. Sin capital, sin nombre conocido, con apenas un cuaderno lleno de ideas y versículos, Lucía dio el paso: abrió un pequeño espacio de acompañamiento, alquilando horas en un local compartido y atendiendo a una sola persona por día.
La primera semana no llegó nadie. La segunda, apenas una cita. La tercera, pensó en renunciar. Pero en medio de su desánimo, volvió a orar: “Señor, si esto es tuyo, afirma mis pasos”. Ese mismo día, recibió un mensaje de una mujer que había leído una breve publicación suya: “¿Tendrías un espacio para conversar? Necesito empezar de nuevo”. Aquella conversación se transformó en puertas abiertas. No fueron multitudes ni aplausos; fue fidelidad, una persona a la vez, con excelencia y compasión. Al cabo de unos meses, el calendario estaba lleno. Lucía no se hizo famosa; se hizo útil en el centro de la voluntad de Dios.
Cuando le pregunté qué había cambiado, sonrió: “Yo. Dejé de perseguir resultados y empecé a perseguir obediencia”. En su nuevo comienzo, la fe sostuvo cada paso y el propósito le dio dirección. No fue magia; fue caminar con Dios, ajustando cada día lo que había que ajustar, y celebrando cada pequeña evidencia de su gracia.
Versículos a meditar
“¡Miren que realizo algo nuevo! Ya está sucediendo, ¿no se dan cuenta? Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados.” (Isaías 43:19, NVI)
“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación; lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo.” (2 Corintios 5:17, NVI)
REFLEXIÓN
Los nuevos comienzos nacen donde la fe se vuelve confianza práctica. No es solo sentir, es responder. Isaías anuncia que Dios abre camino en lo que parecía estéril: desiertos y lugares desolados. La obra “ya está sucediendo” aunque no siempre la veamos a simple vista. La fe nos enseña a afinar el oído: antes de correr, escuchar; antes de asumir, discernir; antes de rendirnos, recordar quién nos llamó.
La nueva creación de 2 Corintios 5:17 no es un eslogan, es identidad. En Cristo, no solo tenemos permiso para empezar de nuevo; tenemos naturaleza nueva para vivirlo. Lo viejo pasó: culpa que paraliza, etiquetas que atan, fracasos que dictan sentencia. Lo nuevo llegó: perdón que limpia, propósito que orienta, gracia que habilita. Empezar otra vez no es regresar al punto cero; es avanzar desde la cruz y hacia el Reino.
Cuando Dios te da una nueva oportunidad, también te regala un proceso. Y los procesos requieren ritmo: pasos pequeños, constantes, sostenibles. La fidelidad cotidiana es más poderosa que el impulso esporádico. Lucía no cambió el mundo en un día; cambió su día con Dios, y con el tiempo su mundo cambió. La fe madura aprende a celebrar los avances silenciosos, porque sabe que el Señor trabaja en los márgenes donde casi nadie mira.
Pregúntate hoy: ¿qué aspecto de tu vida pide alinearse con el propósito de Dios? Tal vez sea una decisión postergada, una conversación honesta, un hábito que necesitas plantar o arrancar. No esperes condiciones perfectas: obedece con lo que tienes, donde estás, confiando en Aquel que abre caminos. Los nuevos comienzos de Dios no dependen de puertas humanas, sino de su Palabra que dice: “¡He aquí, hago algo nuevo!”
Aplicación diaria
- Escribe en una hoja qué debes cerrar y qué debes iniciar. Ora 5 minutos por cada punto, pidiendo claridad y valentía.
- Define un paso pequeño y concreto para hoy (una llamada, un correo, una inscripción, un bloque de tiempo). Hazlo antes del mediodía.
- Busca un “compañero de propósito”: alguien con quien rendir cuentas semanalmente. Comparte tu plan y pídele que ore contigo.
- Alimenta tu fe diariamente: lee Isaías 43 y 2 Corintios 5 esta semana, subrayando lo que Dios te muestre, y conviértelo en oración.
- Celebra las pequeñas victorias del día (aunque parezcan mínimas) y entrégale a Dios lo que aún no entiendes. La gratitud abre camino.
Ps. Eudomar Rivera