fbpx

El gozo del Adviento

8 de diciembre – El gozo del Adviento

Le pido a Dios que hoy el gozo de Cristo visite tu corazón, aun si por dentro estás cansado, preocupado o en silencio.

Llega diciembre y todo a nuestro alrededor habla de alegría: luces, música, fotos familiares, intercambios de regalos. Sin embargo, muchas veces esa alegría externa no coincide con lo que sentimos por dentro. Son días en los que seguimos cumpliendo compromisos, sonriendo hacia afuera, mientras el corazón carga preocupaciones, recuerdos dolorosos o cansancio acumulado del año.

El Adviento nos recuerda que el gozo verdadero no nace de que todo esté perfecto, sino de la certeza de que Jesús vino a nuestro mundo real, con sus heridas y sus luchas. El gozo del Adviento no es una risa superficial, sino una convicción profunda: Dios no se quedó lejos, vino a caminar con nosotros, a entrar en la historia humana, a visitar nuestra oscuridad con su luz.

Tal vez este año no se ve como imaginabas. Puede que haya sillas vacías en la mesa, cambios inesperados, ajustes económicos o decisiones difíciles por delante. Y aun así, en medio de todo eso, el mensaje del Adviento sigue siendo el mismo: hay buenas noticias de gran alegría para ti, hoy, aquí, en medio de lo que estás viviendo. Ese gozo no se compra, no se finge, no se fabrica; se recibe al mirar de nuevo a Jesús.

Historia

Conocí a una mujer que cada diciembre decoraba su casa como si fuera una postal navideña. Tenía una colección de adornos que había comprado a lo largo de los años: un nacimiento hermoso, luces en la ventana, tazas con mensajes navideños, e incluso una corona especial para la puerta. Por fuera, todo parecía perfecto, como esas fotos que vemos en revistas o en las redes sociales.

Pero ella me confesó que, por dentro, diciembre era el mes más difícil del año. Había perdido a un ser querido un diciembre, y desde entonces las fiestas traían consigo una mezcla de nostalgia, tristeza y preguntas sin responder. “Pastor, yo pongo las luces porque mis hijos lo esperan, pero mi corazón muchas veces no siente nada”, me dijo con honestidad, mientras miraba por la ventana las luces de la calle.

Un año, en pleno Adviento, alguien la invitó a una reunión sencilla donde cantaron villancicos y leyeron los pasajes del nacimiento de Jesús. Ella recordaba el momento en que escuchó: “No tengan miedo… les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría.” En esa reunión no hubo grandes decoraciones ni producción, pero hubo algo diferente: se habló del gozo que nace de saber que Dios vino por ti, que no estás olvidado, que no caminas solo en tu dolor.

Ella me contó que esa noche no “desapareció” su tristeza, pero algo cambió. Mientras todos cantaban, sintió que podía llorar y al mismo tiempo experimentar una paz y un gozo extraños: no era euforia, era descanso. Comprendió que el gozo del Adviento no le pedía negar sus lágrimas, sino dejar que Jesús se sentara a su lado en medio de ellas. Desde entonces, cada diciembre, cuando enciende las luces, hace una oración sencilla: “Señor Jesús, gracias por venir a mi vida, incluso cuando mi corazón no se siente fuerte.”

Versículos a meditar

“Pero el ángel les dijo: «No tengan miedo. Miren que les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría para todo el pueblo. Hoy les ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo el Señor.»” (Lucas 2:10-11, NVI)

“Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense!” (Filipenses 4:4, NVI)

REFLEXIÓN

El mensaje del ángel empieza con dos palabras que necesitamos escuchar en diciembre: “No tengan miedo”. Antes de hablar de alegría, Dios se ocupa del miedo. Sabe que nuestro corazón está lleno de preguntas, que el futuro a veces asusta, que hay heridas que todavía duelen. Y precisamente allí, en medio de esos temores reales, Él anuncia: “Les traigo buenas noticias que serán motivo de mucha alegría”. El gozo del Adviento no es negar el miedo, es descubrir que en medio del miedo ha nacido un Salvador.

El ángel no promete que todo saldrá como esperamos, pero sí anuncia algo mucho más grande: “Hoy les ha nacido… un Salvador”. El gozo cristiano no se basa en circunstancias ideales, sino en una Persona real: Jesús. Él es el motivo de la alegría: no solo por lo que puede darnos, sino por quién es Él. Dios hecho hombre, cercano, accesible, tierno y poderoso a la vez, entrando en nuestra historia para rescatarnos, restaurarnos y caminar con nosotros día a día.

Por eso Pablo escribe: “Alégrense siempre en el Señor”. No dice “alégrense siempre en la economía”, ni “alégrense siempre en la salud perfecta”, ni “alégrense siempre en que todo salga como ustedes planearon”. Dice: “en el Señor”. El gozo del Adviento es aprender a anclar el corazón en Jesús y no en lo cambiante de esta vida. Puedes estar en un proceso difícil y aun así decir: “Señor, gracias porque estás conmigo. Gracias porque viniste. Gracias porque mi historia no termina en esta situación.”

Tal vez hoy te identificas con la mujer de la historia: decoras, cumples, acompañas, respondes mensajes, pero por dentro sientes que falta algo. El gozo del Adviento no te exige una sonrisa falsa; te invita a abrirle un espacio a Jesús en medio de lo que sientes. Cuando te acercas a Él con honestidad, cuando le entregas tus miedos, tu cansancio y hasta tu apatía, su presencia comienza a encender pequeñas luces en lugares donde pensabas que todo estaba apagado. El gozo de Cristo no es ruido, es una certeza silenciosa que te susurra: “No estás solo, yo he venido por ti”.

Aplicación diaria

  1. Toma hoy cinco minutos en silencio y dile a Jesús con tus propias palabras cómo te sientes realmente en este Adviento; sé completamente sincero.
  2. Lee en voz alta Lucas 2:10-11 y Filipenses 4:4, y después de cada versículo di: “Señor, quiero que tu gozo llene mi vida otra vez”.
  3. Elige una acción concreta de servicio alegre: un mensaje de ánimo, una llamada, un pequeño detalle para alguien que sabes que está pasando por un momento difícil.
  4. Escribe en una hoja la preocupación que más te roba el gozo y preséntala a Dios en oración, entregándosela deliberadamente a Jesús y pidiéndole que te recuerde que Él es tu Salvador.
  5. Comparte hoy una palabra de esperanza con alguien (puede ser este mismo mensaje) y pide a Dios que el gozo del Adviento también visite ese corazón.

Ps. Eudomar Rivera

::contentReference[oaicite:1]{index=1}

Compartelo:
Translate »
FHC Chatea ahora