Mensaje del Día – 17 de octubre de 2025
Hoy pon tus cargas en Dios
Le pido a Dios que hoy alivie tu corazón cansado y te regale la paz de confiar en su perfecto tiempo.
Hay días en que el alma parece llevar una mochila invisible, pero pesada. Nadie la ve, pero tú la sientes en cada paso. Preocupaciones que no se resuelven con una siesta, silencios que no se calman con música, y preguntas que no encuentran respuestas inmediatas. Cuando eso sucede, nuestra primera reacción suele ser apurar a Dios: “¿Cuándo, Señor? ¿Por qué tarda en responder?”.
Sin embargo, la fe madura aprende a descansar no en el calendario de nuestros deseos, sino en el reloj perfecto de Dios. Confiar no es cruzarse de brazos; confiar es entregar a Dios lo que no podemos controlar, mientras hacemos con fidelidad lo que sí está a nuestro alcance hoy. Es elegir creer que, aunque todavía no lo veamos, Dios ya está obrando.
Hoy quiero invitarte a respirar hondo y soltar. A permitir que el Señor lleve el peso que te aplasta. A recordar que su fidelidad no caduca y su amor no se agota. Cuando pones tus cargas en Dios, no solo esperas un milagro; aprendes a vivir en paz mientras llega.
Historia
Leí la historia de Ana en 1 Samuel 1: una mujer que cargaba un dolor profundo por no poder tener hijos. Años de espera, lágrimas en silencio, y un corazón herido por palabras ajenas. Un día, Ana entró al templo y derramó su alma delante del Señor. No fue un rezo bonito; fue un clamor auténtico, con lágrimas y susurros entrecortados. Allí, en ese altar, colocó su carga completa.
Lo sorprendente es que, antes de ver el milagro, Ana se levantó diferente. El texto dice que su semblante ya no era el mismo. ¿Por qué? Porque cuando dejas tu carga en Dios, la carga cambia de hombros. La paz no vino cuando tuvo a Samuel en brazos; la paz vino cuando dejó su dolor en las manos del Señor y confió en su tiempo. Dios actuó, sí, pero primero sanó su interior.
Versículos a meditar
“Depositen en él toda ansiedad, porque él cuida de ustedes.” (1 Pedro 5:7, NVI)
“Encomienda al Señor tu afán; confía en él, y él actuará.” (Salmo 37:5, NVI)
REFLEXIÓN
Confiar en el tiempo de Dios no es romantizar la espera, es redimirla. Cuando crees que Dios “actuará”, también crees que él “ya está actuando” de maneras que aún no percibes. La fe te enseña a distinguir entre el silencio de Dios y su labor invisible. Mientras tú preguntas “¿cuándo?”, Dios está ordenando detalles, moldeando tu carácter y abriendo caminos que todavía no alcanzas a ver.
El consejo bíblico no es “ignora tu dolor”, sino “traslada tu ansiedad”. “Depositen en él toda ansiedad”, dice la Escritura; no un pedacito ni lo más liviano, sino “toda”. Esto implica un acto concreto de entrega: nombrar tus cargas, presentarlas en oración y dejarlas allí. Dios no te pide que seas fuerte, te invita a ser honesto. Él cuida de ti, y su cuidado es más tierno y más sabio que tus propios intentos de control.
El Salmo 37 añade una promesa clara: “confía en él, y él actuará”. No dice “quizás”, sino “él actuará”. La acción de Dios puede manifestarse como puertas abiertas, consuelo profundo, dirección nítida o fortaleza renovada para un nuevo tramo. A veces Dios cambia las circunstancias; otras veces te cambia a ti para que camines firme en medio de ellas. En cualquier caso, su obrar es seguro.
Hoy, como Ana, puedes entrar a tu “templo” —ese espacio íntimo de oración— y dejar allí lo que te pesa. Puede que el mundo afuera no cambie de inmediato, pero el cielo dentro de ti sí. Y mientras esperas, recuerda: los tiempos de Dios no son lentos ni apresurados; son perfectos. Él no llega tarde; llega a tiempo, y cuando llega, su obra es completa.
Aplicación diaria
- Escribe hoy tres cargas específicas (con nombres y detalles) y preséntalas a Dios en oración. Dile en voz alta: “Señor, te entrego esto”.
- Sustituye un pensamiento de ansiedad por una promesa bíblica (1 Pedro 5:7 o Salmo 37:5). Repite la promesa cada vez que el pensamiento regrese.
- Da un paso de obediencia sencillo hoy: una llamada, un perdón, un orden, un trámite. Confiar en el tiempo de Dios implica ser fiel en lo pequeño.
- Practica un “alto de paz”: 5 minutos de respiración y oración, diciendo: “Señor, tú cuidas de mí; yo confío en ti”.
- Comparte este mensaje con alguien que esté cargado; a veces, Dios nos usa para aligerar el peso de otro con una palabra a tiempo.
Ps. Eudomar Rivera