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La victoria de Jonatán

La victoria de Jonatán 🛡️✨

10 de octubre de 2025

Le pido a Dios que hoy fortalezca tu fe para dar pasos valientes, aun cuando el camino parezca imposible.

Hay días en que nuestras fuerzas no alcanzan y, sin embargo, el reto no se detiene. Miramos los recursos, contamos lo que tenemos, evaluamos probabilidades… y todo indica que no es el momento, que no conviene intentarlo. Pero hay una voz suave dentro que susurra: “Dios sigue siendo Dios”. Y entonces, el corazón se debate entre la prudencia que paraliza y la fe que se atreve.

La vida real no siempre ofrece condiciones perfectas. A veces las puertas que pedimos no se abren, el apoyo que esperamos no llega, y las cifras no cuadran. En ese terreno nace la fe valiente: no en el éxito asegurado, sino en la confianza profunda de que el Señor puede obrar con mucho o con poco, con aplausos o en silencio, con recursos abundantes o con lo mínimo indispensable.

Tal vez hoy tengas delante una cuesta empinada, una decisión compleja, un informe médico, una deuda, una conversación pendiente, o el cansancio del alma. Este mensaje es para recordarte que la fe no ignora la realidad: la mira de frente, la reconoce, y aun así elige avanzar tomada de la mano de Dios. Porque la fe no es imprudencia: es obediencia que discierne la voz del Señor y se mueve cuando Él susurra: “Confía”.

Historia

Leí la historia de un joven que necesitaba cruzar una loma pedregosa para llevar medicinas a una comunidad aislada después de una tormenta. El camino estaba cortado y la señal de radio era débil. Le dijeron que esperara a que llegara ayuda, pero él sentía en su espíritu que debía intentarlo con lo poco que tenía: una mochila, una linterna y un mapa viejo. No tenía garantías; solo una convicción clara: “Alguien me espera del otro lado”.

Comenzó a subir cuando el viento arreciaba. A mitad de camino, resbaló, se golpeó la rodilla y pensó en regresar. Entonces recordó por qué había empezado: no por demostrar valentía, sino por amor a quienes necesitaban esa medicina. Se puso de pie, avanzó tramo a tramo, y cuando llegó, encontró a una madre con su niña esperándolo con los ojos llenos de esperanza. No fue su fuerza lo que lo llevó, fue su decisión de confiar más allá del miedo. Esa noche entendió que la fe no es sentir seguridad perfecta, sino caminar sostenido por Dios en la incertidumbre.

Versículos a meditar

“Ven acá —le dijo Jonatán a su escudero—. Crucemos al destacamento de esos incircuncisos. Tal vez el Señor actúe a favor nuestro, pues nada puede impedir que el Señor dé la victoria, ya sea con muchos o con pocos.”
(1 Samuel 14:6, NVI)

“Así salvó el Señor a Israel aquel día, y la batalla se extendió más allá de Bet-avén.”
(1 Samuel 14:23, NVI)

REFLEXIÓN

Jonatán miró la realidad: no tenía un gran ejército, ni ventaja estratégica, ni recursos desbordantes. Tenía, sí, una certeza: “Nada puede impedir que el Señor dé la victoria”. Esa frase no es un talismán para forzar resultados; es una confesión humilde de que el poder pertenece a Dios y que nuestra parte es obedecer cuando Él nos mueve. La fe valiente no niega los gigantes, pero niega que tengan la última palabra sobre nosotros.

Observa también el “tal vez”: “Tal vez el Señor actúe a favor nuestro”. No es presunción, es discernimiento. Jonatán no manipula a Dios; se dispone a ser instrumento. La verdadera fe no exige garantía previa: abraza la obediencia presente. Eso nos libera de la ansiedad de controlar el mañana y nos enfoca en el siguiente paso fiel hoy. Dios guía a los que se mueven a su voz, aunque el terreno sea áspero.

Además, Jonatán no camina solo: su escudero responde “Estoy contigo”. La fe florece en comunidad. Dios muchas veces confirma su guía mediante la unidad de corazones que se animan mutuamente. Cuando el Señor abre camino, también alinea voluntades, recursos y tiempos, y convierte lo pequeño en suficiente. La historia termina dejando claro quién salva: “Así salvó el Señor a Israel aquel día”. Él es el Protagonista; nosotros, colaboradores obedientes.

Quizá hoy tu “cuesta” sea una conversación difícil, un ministerio con recursos limitados, un tratamiento, una puerta laboral, o un paso de reconciliación. La invitación no es a correr sin pensar, sino a escuchar al Señor y avanzar cuando Él te mueva. Si Él te impulsa, lo poco se vuelve semilla de milagro. Y aun si el resultado no luce como esperabas, descubrirás que la verdadera victoria es esta: haber caminado de la mano de Dios, con el corazón alineado a su voluntad.

Aplicación diaria

  1. Identifica tu “cuesta”: escribe en una frase cuál es el reto actual que te intimida. Nómbralo en oración delante de Dios.
  2. Da un paso pequeño hoy: una llamada, un correo, un ahorro, un hábito. La obediencia de hoy abre el camino de mañana.
  3. Busca un “escudero”: comparte con alguien de fe para orar juntos y rendir cuentas. La unidad fortalece la valentía.
  4. Declara la verdad: repite durante el día “Nada impide al Señor dar la victoria”, y alinéate a su voluntad en cada decisión.
  5. Agradece por adelantado: no por el resultado que imaginas, sino porque Dios estará contigo en cada tramo del camino.

Ps. Eudomar Rivera

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