Los Debemos del Creyente: Amar a Dios y al Prójimo
En la vida cristiana, existen ciertos «debemos» que, aunque pueden parecer difíciles, son fundamentales para nuestro crecimiento espiritual. Estos debemos no son simples sugerencias, sino instrucciones divinas para vivir una vida que glorifique al Señor y beneficie a los demás.
¿Qué significa realmente ser cristiano?
Ser cristiano va más allá de asistir a la iglesia. El verdadero reto está en ser iglesia fuera del templo, en nuestra vida cotidiana. Esto requiere ajustes que a veces nos cuestan, porque resistimos al cambio.
El proceso de conversión no termina cuando aceptamos a Dios como Salvador y nos bautizamos. Ese es apenas el inicio del camino. Es como cuando una pareja dice «sí» y se casa: ahí comienza la vida marital, no termina. De igual manera, cuando decimos «sí» a Dios, comienza nuestra vida de amor.
Un cristiano verdadero es aquel que trabaja todos los días por estos «debemos», no por obligación, sino por amor.
¿Cuál es el primer y más grande mandamiento?
Amar a Dios con todo nuestro corazón
En Deuteronomio 6:5 leemos: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.» Este mandamiento es reafirmado por Jesús en Mateo 22:37.
Este primer mandamiento nos enseña que Dios debe ser nuestro primer amor. Aunque tenemos amores humanos primarios (como nuestros padres), Dios está por encima de todo, pues Él es el verdadero creador y sustentador de nuestra vida.
¿Es amar a Dios solo un sentimiento emocional?
Amar a Dios no es solo un sentir emocional. Muchos nos sentimos incómodos cuando vemos a otros orar fervientemente o expresar su amor por Dios de manera emotiva, y pensamos que no amamos a Dios como ellos.
La verdad es que el amor a Dios comienza con una decisión personal (como el bautismo) y se desarrolla a medida que conocemos más profundamente Su amor por nosotros. La conexión emocional puede venir después, pero es individual y única para cada persona.
¿Cómo podemos amar a Dios prácticamente?
- Intenciones matutinas: Comenzar cada día estableciendo la intención de amar mejor a Dios.
- Acciones conscientes: Realizar acciones intencionadas que reflejen el amor de Dios.
- Lectura y estudio bíblico: Profundizar en la comprensión del amor de Dios.
- Oración regular: Fortalecer la relación con Dios mediante la comunicación constante.
- Practicar la gratitud: Dar gracias por todo lo que Dios nos da, no solo en momentos difíciles.
- Servicio a los demás: Ser amable y servicial como expresión de amor a Dios.
- Establecer metas espirituales: Comprometerse con metas específicas para crecer en el amor a Dios.
¿Cuál es el segundo mandamiento?
Amar al prójimo como a nosotros mismos
En Levítico 19:18 y Mateo 22:39 encontramos este segundo mandamiento: «Ama a tu prójimo como a ti mismo.» Jesús dijo que este mandamiento «se parece» al primero, porque ambos hablan de amor.
Amar al prójimo es extender el amor que tenemos por Dios hacia los demás. No podemos amar a Dios y no amar al prójimo. Hay una conexión inseparable: Dios, tú, el prójimo.
¿Por qué es tan importante amar al prójimo?
El amor al prójimo es la evidencia de que el amor de Dios está en nosotros. Es nuestro testimonio y se mide no solo por lo que hablamos, sino por cómo tratamos a los demás.
Podemos pasar horas orando, conocer la Biblia de memoria, asistir a todos los grupos de la iglesia, pero si no amamos a nuestro prójimo, algo falta en nuestra relación con Dios.
¿Cómo podemos amar al prójimo prácticamente?
- Reconocer que todos son nuestros hermanos: Si Dios es nuestro Padre, todos son nuestros hermanos.
- Tener empatía: Entender que quienes nos tratan mal quizás están alejados de Dios.
- Perdonar: Practicar el perdón como Dios nos perdona.
- Realizar actos de bondad: Ser generosos con nuestro tiempo, habilidades y posesiones.
- No juzgar: Ver a los demás con los ojos de Dios.
- Compartir recursos: Dar no solo de lo que nos sobra, sino de lo que necesitamos.
- Ser inclusivos: Hacer que todos se sientan amados, bienvenidos y valorados.
Aplicación para la vida
Al salir de la iglesia, debemos tener dos metas principales:
- Estrechar nuestra relación íntima con Dios: Conocerlo a través de Su Palabra y entender qué quiere de nosotros.
- Transformar ese amor en acciones concretas hacia nuestro prójimo: Y recordar que nuestro prójimo no es solo quien nos agrada, sino también quien nos molesta, quien rechazamos, quien no podemos ver ni en fotografía.
Preguntas para reflexionar:
- ¿Estoy amando a Dios con todo mi corazón, o estoy dividido?
- ¿Cómo trato a mi compañero difícil en el trabajo, a mi hermano que ha fallado, o al necesitado de la calle?
- ¿Mis acciones diarias reflejan el amor de Dios?
- ¿Puedo identificar a alguien a quien he rechazado y comenzar a verlo con los ojos de Dios?
El desafío para esta semana es mirar a todos los que nos rodean con nuevos ojos, con los ojos del amor de Dios, para que a través de nuestras acciones, los demás puedan ver el rostro de Jesús en nosotros.
Pastor: Eudomar Rivera