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Pon tus esperanzas en Él

15 de octubre de 2025 — Pon tus esperanzas en Él

Mensaje del Día

Le pido a Dios que hoy renueve tu esperanza y te sostenga con su paz.

A veces esperamos demasiado de lo que no puede darnos estabilidad: un resultado, una persona, un proyecto o un cambio inmediato. Cuando esas cosas se retrasan o fallan, el corazón se desinfla y la mente se llena de preguntas. No es que sean malas en sí mismas, pero no están hechas para cargar el peso de nuestras expectativas más profundas. Lo que llamamos “esperanza” se nos escurre entre los dedos cuando la apoyamos en lo temporal. Y entonces surge la sensación de vacío que conocemos bien.

También sucede que confundimos esperanza con optimismo. El optimismo mira las circunstancias y dice: “seguro mejoran”; la esperanza bíblica mira a Cristo y confía: “Él es fiel, pase lo que pase”. El optimismo se cae cuando cambian los vientos; la esperanza en el Señor enraíza el alma incluso en medio de la tormenta. Por eso, lo que más necesitamos no es un “cómo salgo de esto” sino un “en quién descanso mientras atravieso esto”.

Hoy quiero invitarte a mover el peso de tus expectativas: quitarlo de lo que se agota y colocarlo sobre Aquel que no cambia. Pon tus esperanzas en Él, no solo tu lista de deseos, sino tu descanso, tus cargas y tus tiempos. Cuando Cristo es el centro de tu esperanza, el corazón aprende a esperar sin romperse. Y aun cuando no ves el final, puedes respirar, porque estás sostenido.

Historia

Conocí a una mujer que, tras meses de búsqueda, pensó que por fin había conseguido el trabajo que cambiaría su vida. Se preparó con esmero, soñó con ordenarlo todo en casa, hizo planes, y hasta imaginó cómo sería su primer día. La llamada llegó… pero no fue la que esperaba: eligieron a otra persona. Me dijo: “Puse toda mi esperanza en ese sí, y ahora no sé qué hacer con este no”.

Hablamos largamente. Entre lágrimas, reconoció que había sostenido su ánimo en una puerta abierta, no en el Señor que abre y cierra puertas. Decidió orar de manera distinta: no “Dios, dame esto para que esté en paz”, sino “Señor, dame tu paz mientras camino con lo que venga”. Empezó a agradecer por lo que sí tenía, y a descansar en que Cristo no la rechazaba aunque un empleo sí.

Dos meses después, la llamaron de un lugar al que nunca postuló; alguien había recomendado su nombre. El empleo resultó mejor de lo que imaginó. Pero su mayor testimonio no fue el nuevo trabajo, sino la calma que aprendió en la espera: “Ahora sé —me dijo— que mi esperanza no es un resultado, es una Persona. Y cuando la pongo en Él, los noes no me rompen; me redirigen”.

Versículos a meditar

“Solo en Dios halla descanso mi alma; de él viene mi esperanza. Solo él es mi roca y mi salvación; él es mi protector. ¡No habré de caer!” (Salmo 62:5-6, NVI)

“Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13, NVI)

REFLEXIÓN

La esperanza bíblica no es un sentimiento frágil sujetado a probabilidades, sino una confianza robusta anclada en el carácter de Dios. El salmista no dice: “de las circunstancias viene mi esperanza”, sino “de Él viene mi esperanza”. Esto cambia el centro de gravedad del alma: ya no dependes de señales favorables para respirar, sino del Dios que permanece fiel cuando todo se mueve.

En Cristo, la esperanza no es evasión, es arraigo. Él es la roca y la salvación; por eso, la vida deja de ser un constante sube y baja emocional atado a resultados. Cuando el corazón aprende a descansar en el Señor, el tiempo de espera deja de ser enemigo y se vuelve taller de madurez, un espacio donde Dios pule la confianza, la paciencia y la gratitud.

Romanos 15:13 nos recuerda que es Dios mismo —no nuestra fuerza— quien nos llena de alegría y paz “para que reboséis de esperanza”. No se trata de producirla con técnicas, sino de recibirla por fe en Aquel que nos habita. La obra del Espíritu Santo no consiste solo en consolar; también reorienta nuestras expectativas, de modo que la meta ya no es controlar el futuro, sino caminar con el Señor en el presente.

Así, poner tus esperanzas en Él significa decidir que tu seguridad no está en lo que puedes prever, sino en Quien prometió no dejarte. La mujer de la historia no fue transformada cuando llegó la respuesta favorable, sino cuando cambió el lugar de su esperanza. Eso es lo que hoy el Señor te invita a hacer: entregar el control, abrazar su voluntad y descansar en su fidelidad.

Aplicación diaria

  1. Ora con entrega: Dile al Señor en voz alta qué estás esperando y entrégaselo: “Señor, mi esperanza está en ti, no en el resultado”.
  2. Ancla en la Palabra: Lee Salmo 62 completo y subraya cada referencia a Dios como roca, salvación y refugio.
  3. Práctica de gratitud: Escribe tres gracias del día, incluso si la respuesta aún no llega. La gratitud sostiene la esperanza.
  4. Comparte consuelo: Envía este mensaje a alguien que esté esperando una respuesta. Sé un canal de esperanza en Cristo.
  5. Respira y confía: Toma tres pausas de un minuto hoy para repetir: “Mi esperanza viene de Él”.

Ps. Eudomar Rivera

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